Solos en la madrugada del ocaso de las vidas ajenas

La noche, decidió hacerme compañía mientras vagaba impúdicamente por la orilla de mis pensamientos tratando de discernir donde quedaba el sur y donde, había perdido mi norte.

 El tic tac del reloj me empezaba a tocar los cojones así que un acto de patriotismo le quite la pila mientras el hijo de puta lanzaba su último estertor.
Que fácil fue matarlo, fue como darles a elegir a los viejos entre su medicación o comer, algo sencillo, pues ya no tienen voz en este mundo de sordos.

 El silencio, ese sonido opaco y no nato que te obliga a buscar entre tus pensamientos la palabra recurrente, esa que te hace desear volver a abrir tus ojos y enfrentarte a una sociedad donde la mayoría es cobarde, ruin y egoísta y permite que una minoría, unos perfectos hijos de la gran puta, campen a sus anchas.

 Vota, pero luego no te quejes si tus manos, tu casa y tu vida, huelen a mierda…….carapijo

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